Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 2000


(C) Alvaro Cruz García



Comentario

Alicante ocupa un solar desde muy antiguo habitado, por el que han pasado pueblos como el fenicio, el griego, el ibero, el cartaginés o el romano. Un primitivo asentamiento ibero se situó en el Tossal de Manises, hacia el siglo III a.C., y sobre el que poco después los griegos fundaron la colonia llamada Akra Leuke.
Los siguientes en pasar por allí fueron los cartagineses. Estos, en el lugar ocupado por el actual castillo de Santa Bárbara, levantaron un recinto militar amurallado, dirigidos por Amilcar Barca.

El siguiente episodio en la historia de Alicante lo protagonizan los romanos, quienes fundan una población a la que denominan Lucentum.

Tras el paso de los visigodos, serán los musulmanes quienes ocupen la población, a la que denominarán Al Lekant.

Su emplazamiento definitivo quedó fijado hacia el 750, pues los lugares que ocupaban los poblamientos anteriores quedaban alejados algunos kilómetros del Alicante actual.

Tras cinco siglos de dominio árabe, Al Lekant es conquistada en el año 1245 por el príncipe castellano Alfonso, hijo de Fernando III, desde 1252 rey de Castilla. Sin embargo, una revuelta musulmana le obligó a abandonar la población, que será de nuevo conquistada algo más tarde por Jaime I. Las buenas relaciones entre Castilla y Aragón y los acuerdos y repartos del territorio a conquistar por parte de ambos reinos, hicieron que el aragonés Jaime I cediera a Castilla la posesión de Al Lekant, aunque más tarde se incorporará al reino de Valencia, de la mano de Jaime II.

El reconocimiento de Alicante como población de importancia no llegó sino hasta finales del siglo XV, en que le fue otorgado el título de ciudad de manos de Fernando el Católico.

Bajo el reinado de Carlos I, nuevamente Alicante se vio recompensada con el favor real, pues su papel en las revueltas de las germanías al lado de la monarquía le valió la concesión del Toisón de Oro.

Durante el siglo XIX, el desarrollo comercial e industrial benefició a Alicante, gracias a su puerto. Consecuencia de este auge es un cierto aumento demográfico y el encumbramiento de la burguesía comercial como clase dominante en la ciudad.

Los alicantinos del siglo XIX gustaban de la fiesta de los toros, no en vano la ciudad contaba con una plaza suficiente para albergar a cerca de 10.000 personas, un aforo a la altura de otros como los de Madrid o Sevilla.

El desarrollo del ferrocarril hizo que este medio de transporte llegara en 1858, cuando quedó inaugurada la línea Madrid-Almansa-Alicante, tras haberse fundado dos años antes la C.M.Z.A. (Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante).

La inestabilidad política de la década moderada también hizo de Alicante una de las ciudades donde se produjeron un levantamiento, concretamente en 1844.

Por último, ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil, Alicante se convirtió en uno de los escasos puertos marítimos en poder del gobierno de la República.

La Historia ha dejado en Alicante un buen reguero de monumentos. Es de destacar la Concatedral de San Nicolás de Bari, erigida entre los años 1612 y 1662; el Ayuntamiento, construido entre 1698 y 1700, o el Castillo de Santa Bárbara, muy remodelado y ampliado a lo largo del tiempo y cuyo recinto amurallado principal fue levantado en 1562 por Antonelli.

Para mejor conocer su historia, su arte y su cultura, Alicante cuenta con tres grandes museos: el Museo Arqueológico Provincial; el Museo Municipal de Arte Moderno; y el Museu de les Fogueres.